Nos hemos acostumbrado a que una tradición repleta de significado solidario como la Navidad sea también una época de gran consumo que raya en el derroche. Son días de fiesta, de reuniones familiares y de expresar los mejores deseos para todos los que nos rodean. Así que entre esos deseos siempre viene bien incluir el de ser un poco más responsables con nuestro entorno, e intentar mejorar el medio ambiente para que las próximas generaciones encuentren un lugar más habitable del que nosotros hemos recibido. ¿Podemos seguir reciclando en Navidad para poner nuestro granito de arena en este empeño? Por supuesto que sí, y en Contenedores Satur te contamos cómo.
Las ideas para hacer nuestros propios adornos navideños, utilizando como elementos principales productos naturales fáciles de encontrar o materiales reciclados, son numerosísimas y además suelen resultar fáciles y divertidas de realizar. Vamos a ver algunas de ellas en las que, por supuesto, se puede implicar a los más pequeños de la familia en el proceso de elaboración. Actividades que tienen además el valor impagable de ser un tiempo compartido con quien más queremos.
Empezamos por encontrar formas alternativas de fabricar algunos de los más típicos adornos navideños. Las campanitas de navidad de colores podemos hacerlas con… cápsulas de café usadas y vacías. Sí, las clásicas cápsulas de aluminio para las máquinas de café caseras o de oficina. Es fácil ver que si las ponemos boca abajo tienen forma de campana. Una vez usadas se vacía el contenido sobrante y se pueden pintar de colores (aunque muchas de ellas ya tienen colores llamativos y ni siquiera hará falta pintarlas). Hacemos una pequeña incisión en la parte superior y podemos enlazarlas con un cordón del color que más nos guste. Un nudo sencillo en cada parte del cordón que queramos impedirá que se caigan, podemos colocar un lacito de tela roja o verde sobre ellas anudada al propio cordón; y tendremos una tira de campanillas de navidad lista para colgar.
Otro adorno clásico de esta época es el muñeco de nieve. Incluso en lugares donde raramente nieva se coloca en estos días del año la figura de ese muñeco blanco regordete… que casualmente tiene forma de bombilla. Así que una bombilla fundida pintada de blanco es la base de nuestro muñeco de nieve con corazoncito de wolframio. La parte del casquillo de la bombilla la podemos esconder fabricándole un gorro con algún retal de tela o lana. También podemos fabricarle el clásico sombrero de copa con cartulina negra. Debajo pintamos los ojos, la nariz y la boca del muñeco. Con tela cortada de forma alargada le fabricamos una bufanda y unos simples botones viejos se le pueden pegar en la barriga para darle el aspecto de estar vestido con un abrigo. Un poco de imaginación y podremos añadirle los detalles que más nos diviertan. Y si nos cansamos de hacer muñecos de nieve siempre podemos pintar la bombilla de negro, con el pecho blanco y… tendremos un pingüino navideño.
Las piñas pintadas son también una de las formas habituales de fabricar adornos con un poco de maña y tras un paseo por un pinar cercano. Podemos colocar las piñas pintadas, junto con ramitas, gravilla reciclada de colores, musgo y unos palitos de canela en una caja con pequeños compartimentos. Podemos hacer la caja con madera o buscarla ya hecha. El resultado es un pequeño muestrario de adornos naturales y reciclados, distribuidos a nuestro gusto, que aportan de un solo vistazo una paleta de colores y texturas muy agradables.
Como propuesta final vamos a adaptar una tradición japonesa conocida como Karesansui (枯山水) o jardín seco. Es lo que en occidente conocemos como jardín zen y la costumbre de rastrillar la gravilla formando figuras y ondulaciones diversas. En algunas escuelas del sur de Japón, durante los días navideños, los estudiantes usan este rastrillado para formar figuras típicas de esta época que cambian periódicamente: estrellas, copos de nieve, el árbol de navidad… aunque sean figuras alejadas de la tradición zen, el espíritu navideño ha terminado por atravesar fronteras y es acogido temporalmente también en lugares tan lejanos como este.
Ok; ¿y qué podemos hacer si no tenemos un jardín zen a mano? Pues podemos fabricar un minijardín de este tipo en casa, incluso uno minúsculo de escritorio. Con una plancha de madera de las dimensiones que deseemos tenemos el fondo. Colocamos maderas en los bordes formando los límites del jardín y podemos pintarlo todo del color que más nos guste. Llenamos el recinto que hemos creado con gravilla reciclada de pequeño tamaño, gris o blanca. Podemos colocar en alguna de las esquinas un separador de madera y colocar en esa zona gravilla o arena de otro color. Ya tenemos lo más básico. Ahora podemos colocar algunas piedras a nuestro gusto en los lugares que nos parezca, y hacer un mini rastrillo a partir de una varilla de madera. Ya podemos empezar a formar las figuras que queramos en la gravilla y pasar un rato relajado cada día de las navidades rastrillando nuestro minijardín zen. Una costumbre que, al igual que la del reciclaje, podemos seguir manteniendo durante el resto del año. Así lo hacemos en Satur, donde apostamos por el correcto uso del reciclaje en nuestra actividad diaria.
¿Otras opciones? Puedes construir casitas para tu belén, marcos o peceras decorativas para regalar o adornar tu casa o bolas de navidad para colgar en tu árbol… ¡las manualidades con gravilla artificial son infinitas!
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