En cualquier obra de construcción o reforma de edificios se generan residuos que se conocen con las siglas RCD (residuos de construcción y demolición). Algunos de estos residuos no son peligrosos para el medio ambiente, pero hay una amplia variedad de ellos que sí lo son, y es deber de los responsables de la obra conocerlos y gestionarlos adecuadamente. La preservación de nuestro entorno en condiciones que no repercutan negativamente en la salud de todos es, además de una obligación legal, un distintivo de responsabilidad que ninguna empresa puede permitirse ignorar.
Los residuos suelen clasificarse en función de su origen. Podemos encontrar residuos domésticos (escombros de reformas del hogar, ropa y restos de utensilios), residuos comerciales o retail (derivados de la actividad comercial), industriales (de la gran variedad de procesos de fabricación), biorresiduos (generalmente biodegradables)… Pero de cara a su impacto medioambiental es necesario clasificarlos en función de su peligrosidad. En el ámbito que nos ocupa, el de la construcción, se pueden clasificar como:
Hay que tener en cuenta que, aunque los residuos no sean clasificados entre los peligrosos no pueden ser abandonados ni depositados en lugares no indicados para ello, y se debe seguir siempre el protocolo adecuado para su almacenamiento y reciclaje. Es por esto que la mejor solución para este problema es contar con los profesionales adecuados que se encarguen de la recogida, tratamiento y reciclaje de los residuos generados por la obra que se esté realizando.
El reciclaje es el tratamiento final idóneo de los residuos, de modo que se puedan obtener materiales reutilizables al final del proceso (como los áridos reciclados). Se puede optar por trasladar los residuos a un vertedero controlado y regulado, pero esto también deber hacerse siguiendo el protocolo adecuado de recogida y transporte. El destino final será siempre una central autorizada para el tratamiento de RCD. De modo que contar con la ayuda de la empresa de tratamiento de residuos adecuada, además de contribuir al bienestar y la economía medioambiental, nos puede evitar problemas legales y multas cuantiosas por no cumplir con las regulaciones existentes en esta materia.
Para realizar labores de construcción, reforma o demolición de inmuebles, es necesario un proyecto de ejecución de obra que incluya un estudio de gestión de residuos de construcción y demolición. Este plan debe reflejar la cantidad aproximada de residuos previstos, las medidas para su almacenamiento, recogida y separación, las operaciones de reciclado o eliminación que se realizarán, y una valoración del coste de la gestión total de los residuos en el presupuesto de la obra.
Será necesario realizar también un inventario de la gestión de los residuos peligrosos. En este inventario se incluirán los residuos peligrosos que se generarán durante la obra y también se especificará cómo se hará la retirada, que deberá ser selectiva para evitar que se mezclen los deshechos de diferentes categorías.
Finalmente se deberá disponer de la documentación acreditativa pertinente que confirme que los residuos de construcción y demolición producidos han sido gestionados de acuerdo a la normativa. Esto es algo que puede proporcionar una empresa competente en el área de gestión RCD, o al ser entregados a una instalación de reciclado o eliminación para su tratamiento.
Hay que prestar además atención a que los contenedores y otros materiales con los que se realiza, tanto la recogida como el transporte de los residuos, deben ser reglamentarios. Deben cumplirse igualmente normas específicas con respecto a la colocación de estos contenedores, usando zonas habilitadas para ese efecto (como las designadas para carga y descarga), o dejando un espacio libre de paso para peatones de al menos 1.5 metros si se colocan en la acera.
Los recipientes que acumulen RCD no pueden verse llenados más de diez centímetros por encima de sus límites abiertos superiores. Y tampoco pueden permanecer en la calle más allá del plazo estipulado por la normativa local pertinente, que en algunos casos es de solamente 24 horas.
La elección de un grupo de profesionales que dispongan de los materiales adecuados y reglamentarios, así como que sean conocedores de las normativas reguladoras de las actividades de tratamiento y reciclaje de residuos, supone una garantía importante de que evitaremos problemas legales; además de estar contribuyendo al mantenimiento medioambiental.